CATALINA MAYA

Esta paisita de 20 años forma parte de las llamadas Lolitas, mezcla de niña inocente con mujer fatal. Al fin y al cabo, hasta hace poco tenía uniforme de colegio y se entretenía jugando con muñecas.

Se debe entender que la pasarela es un laboratorio de prácticas. No se trata simplemente de tener qué mostrar. Además, hay que aprender a mostrarlo. A sonreír cada vez que viene el flash (aunque la sesión parezca interminable). A inclinarse en el ángulo preciso, para que además de linda, resulte sensual. A subirse la falda hasta el punto exacto: si es poco, el lector pasa la página, sin remedio. Si es mucho, nada le queda a la imaginación. Aprendió a caminar en tacones de más de quince centímetros sin caerse, a dejar servido el helado de chocolate, a esquivar a todos los inoportunos que repentinamente querían convertirse en sus asesores de imagen.

Pero ahora que es modelo, Catalina Maya quiere otras cosas. Quiere ser periodista y es consciente de que tendrá que someterse a otro tipo de casting: cuenta su sensualidad —¡por supuesto que cuenta!—, cuenta su cara bonita, cuenta esa imagen que ha ido construyendo en las revistas y en los comerciales de televisión.

Es de las que cree que antes del reinado de Cartagena se puede hacer mucho por el departamento y después de resultar entre las cinco finalistas se puede hacer mucho por el país. Quiere muchas cosas. Pero pesan más los sueños de infancia: en realidad quiere ser modelo. La mejor modelo. La más sensual. Y no está lejos de lograrlo. Es Catalina Maya en recreo. Un recreo corto, porque hay mucho por hacer.